jueves, 29 de diciembre de 2016

Estar en ningún sitio


      
 "Sometimes you find yourself in the middle of nowhere and sometimes in the middle of nowhere you find yourself."



Foto: https://my2ndheartbeat.wordpress.com/2015/02/21/nowhere


            Días rodeado de mucha gente, ¿demasiado quizás?.
Momentos en los que todo te hace pensar que debieras estar feliz, disfrutando de la grata compañía y sintiendo esa sensación especial mezcla de diversión y despreocupación, que sin embargo no sientes.

Ves rutina en todo, rutina en las caras, rutina en las conversaciones y rutina incluso al analizar los propios pensamientos que descubres, te descubres, son los de siempre, y además, ya no parecen tan propios, son copias de pensamientos de otros que a otros copiaron.

Aunque sin obligación antes de las nueve de la noche, llegas, por fin, a casa. Aquí si encuentras tu espacio, pero las buenas sensaciones se mezclan con el mal sabor de la ocasión, adrede desaprovechada de haber podido llegar más tarde por aquella excusa de evento navideño. Algo hay que te empuja a no necesitar alargar más la tarde en ningún bar y no querer ni siquiera probar la noche.

Doscientos whatsapp pendientes de leer, ninguno urgente y pocos importantes; más conversaciones, más trivialidades. Ni en persona ni por ninguna app llega ningún mensaje que no sea superfluo, chistes, quedadas  buscando día para vernos -disfrutarnos o no, ya se verá-, más chistes, alguna foto egocéntrica, nada más.

Cuando algo te empuja a casa, cuando esa fuerza invisible te hace decir "hasta otra", nada es mejor que no resistirse y aunque siempre te quedará la duda, llegarás a donde realmente se te espera. Quizá todo consista en saber aprender de los momentos que no elegimos, de las situaciones que inesperadamente nos hacen estar en un lugar donde ideal e "idealizadamente" no pensábamos que era el mejor, y dejarnos llevar y dejarnos romper con lo que éramos o creíamos ser para así, estando en ningún sitio, encontrar el nuestro.



sábado, 8 de octubre de 2016

Todo en un momento



http://noticias.eltiempo.es

      Atardecer de otoño, cuando la luna creciente ya mira al sol poniente por encima del hombro. Cuando el cielo, en lo alto continúa azul ya luchando con los ocres incipientes en el horizonte, engañando a los grillos con la primera sombra de oscuridad. Cuando la suave brisa de final del día refresca el ambiente, meciendo las doradas espigas heredadas del reciente verano. Mientras, sobre el camino, paso a paso nos mecemos juntos, en tu profundo sueño me abrazas y tu cabeza reposa plácidamente sobre mi pecho. Tus manos pequeñas, perfectas, se enfrían a medida que la noche vence al día, observamos los últimos rayos de sol que inciden sobre tu cara de porcelana, molestando a tus ojos de topacio azul, respiramos, siento que todo tiene sentido, que la vida necesita poco para ser plena y que sólo con respirar profundo, sólo con sentir que el día ha merecido la pena y que sigues a mi lado, seguís a mi lado, nada puede fallar.

martes, 26 de julio de 2016

EGOamistad



Foto: www.restablecidos.com



     Rodeado de "me importas" implícitos que son me importas si tus problemas no me influyen, que son me importas en el marco exacto que periódicamente te reservo (mi ritmo de vida me lo exige), que son me importas mientras no te importe escuchar y no ser escuchado; me importas hasta que nada puede importar porque "no estoy" en el sentido más amplio que puede haber de no-estar, gracias mientras estuviste, gracias mientras te importé, si te importé, de verdad.

Cada día con más gente, bullicio y atisbos de importar, que se puede coger con pinzas y dudar de un mundo que no se si es autoengaño o real. El mundo que ahora veo es el de cada uno a lo suyo, a su ego y a su realidad, sin esfuerzo por entender a nadie, con todo el empeño puesto en no escuchar.

No escuchar no sea que oiga aquello que  me haga cambiar, que me haga reflexionar y modificar mis paradigmas tan establecidos como están. No escuchar significa autoprotección, pero significa mucho más: significa que me es indiferente lo que te duela, que quiero decirte que soy feliz pero ignorar tu mucha o poca felicidad, que en realidad poco me importas y que nada importante de verdad daría por tu amistad.
Cada día la sociedad es más egolatra, más fotos de mí para los demas, y cada día se reducen las ocasiones en las que se pregunta de verdad "amigo, cómo estás".
De la sociedad no se sale, la sociedad te expulsa, la televisión expulsó a la gente de la calle para recluirlas en casa, todo sigue: si no sabes los últimos fichajes, no hables; si no prácticas el deporte de moda, calla; si no diste la vuelta al mundo, mantente al margen; si no viste esa serie, ni que decir tienes.

Quizá todo sea cuestión de contextos y el miedo a la soledad nos haga permanecer inmóviles en los nuestros, pero tiene logica que si tu gente afín está en la calle, la calle es tu sitio y si tu gente está en el gimnasio sea ese tu sitio. Demasiado simplista, ya que existen  tal variedad de matices, gustos, predilecciones y también, de prejuicios, que ¿cómo se haya el lugar adecuado sin sentirse a un lado?.

Quizá todo consista en flexibilizar, en no pedir nada y dar sin mirar a quién o porqué. Aceptar a cada cual como es ahora y saber que no será mañana igual, y saber que tampoco mañana será como tú quieras, será a su forma,  nada más.

miércoles, 6 de julio de 2016

Momentos para limpiar la vida



https://unlugarenelarcoiris.files.wordpress.com/2009/06/rio.jpg

La vida es cambio, asumirlo es la única manera de poder disfrutarla. Cambio incluso cuando nada cambia y de alguna forma, ese inmovilismo incomprensible, te hace de nuevo reorientar tus propios prejuicios, juicios u opiniones.
No podemos bañarnos dos veces en el mismo río, ya lo decía -o se atribuía Platón-, y es tan verdad como que cada vez que te bañas en un río o haces cualquier otra cosa ni el río ni tú mismo eres la misma persona que fuiste ayer.
Cada día que pasamos y cada experiencia nos hace modificar el prisma a través del que miramos e interpretamos el mundo,  a veces el prisma se vuelve celeste y todo lo que vemos está cargado de optimismo, de luz; otras veces las malas experiencias nos hacen proyectar sobre el mundo una sombra oscura que se nos devuelve como pesimismo.
Las malas experiencias quizás dejen profundas marcas que, acumulativamente, harán nuestro prisma más opaco, y que nos harán - según la suerte o desafortuna de cada cual -, según avanzan los años, ver el mundo  de una forma cada vez más negativa...
O podemos quizá poner en positivo tantas cosas, algunas que incluso no percibimos en la cotidianidad, que cada vez nuestro prisma sea más limpio, más claro, que el azul del mar se refleje en el y nos haga superar cualquier bache manteniendo una mirada fresca sobre el mundo.

De estas últimas cada día está repleto:

De miradas profundas que con real interés se clavan en tus ojos,
de charlas amistosas con quién busca compartir y entender,
de aires perfumados de mar y jazmín que llegan al balcón,
o de matices de puchero a la hora comer.

De momentos para observarte mientras te duermes,
dejando tus párpados caer,
y sentir tu tranquilo respirar
y dejarme llevar por tus sueños de Paz.

De despertares cada mañana
con tu sonrisa plena y jovial
que marcan el inicio del día
y tus ojos determinan el final.

De tu llanto muy auténtico
y de tu sonrisa tan real
de miradas que miran si miran
de risas sin matices,
de balbuceos sin igual,
y de no saber, por suerte,
tu tristeza disimular.

De verte tu cara sin careta
que te haga por el mundo divagar
y decirte que cuando tengas una sea tuya
que no sea la de nadie más.

De no querer escribir de mi
y salirme cada frase para ti,
que yo sea ahora tu y tu no seas yo
y que mi destino esté en juego
en la ruleta mágica de nuestro amor.