lunes, 13 de marzo de 2017

Tu tiempo ¿es oro?






No. El tiempo no es oro, el tiempo no vale nada; el valor se encuentra en lo que con él hacemos.

En algún momento de la vida, surge, me surge, la reflexión de que el tiempo compartido es el principal indicador de la autenticidad de las relaciones de pareja, de amigos, familiares... Y que el mejor gesto, el que realmente grita a voces un "me importas" es el de olvidar, sin percatarte, el reloj y el móvil para pasar el día, la tarde o la noche hablando, bailando, bebiendo o tan sólo mirándote a los ojos, sin echar de menos los 10 grupos de las apps de mensajería, sin necesidad de colgar un selfie juntos en ninguna red social; sin hacerme falta que nadie, salvo nosotros, sepamos cómo estamos, cómo lo hemos pasado, cuanto nos aportamos y cuanto nos merecemos.

Pasar el rato compartiendo reflexiones sobre cómo la sociedad nos marca qué debemos hacer y cómo hacerlo para sentirnos "exitosos", de éxito, no de éxtasis. Ese éxito que nadie sabe que es, que se basa en el consumo y en lograr un status aparente, que se mide en followers y en likes y que al final del día hace que llegues a la cama sin tiempo para pensar, sin espacio para preguntar un cómo estás a quién de verdad es importante y lo espera.

Malgastar el tiempo comparando precios en Amazon, respondiendo en ese foro en el que todo el mundo escribe con ego mayúsculo, leyendo cientos de mensajes que duran tan sólo un instante. No merece la pena. No merece la pena invertir una hora de las tres que al día quedan libres en hacer zapping para terminar no digiriendo nada, o viendo la octava temporada de la cuarta serie de moda este año, aunque tampoco termina de engancharte.

Cuando te das cuenta del auténtico significado de tu tiempo, de su verdadero valor incomparable con el de todo el oro de Gasberg, es cuando decides apagar la tele, sentarte a hablar olvidándote de la hora, reducir la necesidad de consumir cosas que realmente no necesitas y te das cuenta que ahora ese tiempo, que a veces malgastaste, cada vez cobra más importancia y que está en tu mano emplearlo en construir algo bello, algo auténticamente emocionante mientras el mundo continúa con su tic-tac sin sentido.