miércoles, 25 de junio de 2014

Alegoría fallida

Después de un día intenso, pensaba escribir alguna alegoría metafórica que transmitiera lo que siento de forma espectacular. Pero asumo que no tengo o la creatividad o las ganas.
Me encuentro últimamente varias tendencias que de forma recurrente se me presentan; una, la del coaching, la auto superación y la de reinventar el mundo; y dos, la de expresar los sentimientos, simple esta última, pero complicada en la práctica.
Desconozco que factores pueden influir en tanta recurrencia, quizá tener cerca la treintena... me da igual, pero si reconozco que cada vez que se presenta una nueva charla cargada de alguna de ellas algo nuevo me vuelve a inspirar, un matiz de mi forma de ser surge, resurge o se afianza, y me ayuda a afrontar cada día con una nueva inspiración, me ayuda a seguir creyendo en la utopía, que el mundo insite en catalogar de infantil,  que siempre perseguí: la de vivir un mundo sin cortapisas, genuino y movido únicamente por los buenos sentimientos, por lo humano y todo lo que hace posible la humanización de las cosas.  Ese sentimiento me ayuda a levantarme cada día y ponerle ganas, ganas  que incluso hacen sentir culpa por mantenerse en momentos en los que la norma dice que no debes tenerlas; ganas incluso ante la muerte, no soy yo el muerto, yo si tengo aún alguna oportunidad. Oportunidad, ¿de qué?, sólo creo que merece un esfuerzo real lo que se haga por lograr la felicidad,  en el camino hasta conseguir algún momento realmente feliz estamos obligados a mantener el aire que nos insufla vernos capaces de, uno, reinventar el mundo, y dos, expresar, sin cortapisas, sentimientos autenticos y que, de la misma forma nos los expresen. Al final resulta que lo que recurrentemente me asalta, no son temas huecos, son las herramientas para ser feliz.


domingo, 1 de junio de 2014

¿Cuestión de suerte?


Foto:http://mqciencia.com
    Largo paseo por Madrid,  el que me hace sentir esa sensación de vida que a veces pasa inadvertida. Cada paso, sonido o viandante es un evento único,  irrepetible,  cargado de su historia la cual trato de adivinar tan solo por su apariencia, su gorra,  tacones o patines que tanta información dan y a la vez ninguna veraz. 
Parece que esas reglas invisibles que mueven los hilos de la rutina a veces pueden romperse. A veces, una conversación puede acabar a las tres, cuatro o cinco de la mañana quizá ¿dependerá solo de lo interesante que sea?, ¿dependerá de haber decidido cuando finaliza o simplemente no haber decidido nada a propósito?, ¿ o es más cómodo establecer de antemano, y en todo, la hora de vuelta? Asi no nos plantearemos nada más,  no valoraremos si es mejor lo que tenemos en el ahora de lo que nos espera luego, no habrá sentimientos encontrados que nos pesen en la conciencia, ni por supuesto, tendremos la mas mínima responsabilidad en nuestros fracasos...total, será cuestión de suerte.