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Es entonces cuando comienzas a disfrutar de lo inesperado, a complacerte de no saber que terreno estás pisando, ignorando qué profundidad tiene este charco...Es entonces cuando comienzas a aprender, a aprender de verdad, a conocerte en profundidad y a saber quien eres realmente, a sentir tan patentes tus propias contradicciones que te llegan a avergonzar. Y a saber que no se trata de memorizar y repetir, que los autómatas no tienen valor, ves claro que aprender es integrar experiencias en tu propia forma de ser, conseguir comprender todo, por distinto que sea de lo cotidiano, y que la inteligencia es saber aplicar esas experiencias y capacidad de entender para mejorar la vida cotidiana.